sábado, 29 de febrero de 2020

LOBO


LOBO

         Estaba harto. Los últimos treinta kilómetros los había hecho con un solo faro, veía gracias a que la luna llena estaba haciendo de farola en el cielo, sin ventanilla del copiloto, con el parachoques a la rastra y con un idiota histérico chillando todo el camino. Aunque había optado por meterle en el maletero su voz era aguda como la alarma de una salida de emergencia. E igual de inútil, porque por más que se desgañitara no pensaba sacarle de ahí. Si, es cierto, debería haberle amordazado, pero no estaba la cosa como para entretenerse. Al fin y al cabo era de noche y estábamos en mitad de la nada. Ya se cansaría. O se quedaría afónico… no entendía por qué no lo estaba ya. Sus gritos y alaridos me estaban desquiciando. Necesitaba un poco de silencio para pensar cómo salir de aquel embolao y aquel imbécil se había empeñado en ir dando por saco hasta el infinito.


         El coche no me iba a durar mucho, en cuanto alguien me viera con semejante tartana estaría perdido así que lo mejor sería encontrar una gasolinera o algo así “¿Cómo lo hacen en las pelis, Sabino?” Bueno, como sea. Una gasolinera me iría bien. Ya pensaría qué hacer
con el fulano del maletero para cambiarle de coche. Pero no tenía ni idea de si había una gasolinera cerca. La estepa castellana era mucho más grande de lo que me había parecido. Aunque quizá que el coche no fuera capaz de desarrollar más de sesenta kilómetros hora tenía algo que ver.
                   —¿Qué es eso?
         “Venga, Sabino, no te pongas paranoico. Será un lobo. ¿Un lobo aquí? Eso no es un lobo, es un bicho del infierno ¿qué no?” Algo se había movido en la cuneta a mi paso. Una especie de perro enorme puesto de pié, un fulano con orejas puntiagudas o ¿qué? No me sonaba la forma de esa sombra. No me gustaba un pelo sentirme acechado en la noche. “Joder que frase de película ¿Qué no? Acechado en la noche. Menos coñas Sabino, que esto es serio”, me dije a mí mismo.
                   —¡¡Tú!! ¡¡Gilipollas!! ¡¡ O te callas ahora mismo o te echo a los lobos de la cuneta!!—grité.
         Estaba seguro de que no era un lobo pero el lilas me estaba poniendo muy nervioso y no era capaz de pensar con claridad. Tenía que lograr que se callara. El coche cada vez andaba más despacio, la aguja del combustible bajaba como la cuenta atrás hasta el cero, que significaría que podía decirle adiós a mis dientes… y al resto de mis huesos. “Sabino, como te alcancen esos cabrones no van a dejar de ti ni miguitas.” El miedo me obligaba a seguir pisando el acelerador aunque el puto Ford fiesta hacía rato que estaba saludando al desguace.
         Mi amenaza no había surtido ningún efecto. El payaso seguía gritando como una nenaza. “Puta manía de no matar a nadie Sabino, a ver donde sueltas ahora a este loro.”
         Tenemos que perder de vista el Atalaya. Las voces de todos esos orcos de Mordor saltando y empujándose aún retumbaban en mi cabeza… pero nunca más. ¡Nunca más! ¡Hasta aquí habíamos llegado! “Sabino, respira, que igual te has pasado.”
         No podía controlar mi ira. Llevaba todo un año echado al monte, alejado de la civilización… casi. Había sacrificado toda mi vida anterior para que el dragón del silencio me permitiese vivir, porque me estaba destrozando el cerebro. Primero dejé de ir a los bares y al teatro e invertía esos ratos en escuchar el silencio, en sentir la paz. Pero el dragón era insaciable. A cada ruido que sonaba abría sus fauces intentando devorarme. Así que finalmente tuve que dar un giro radical a mi vida y cada poco tiempo hacía un nuevo sacrificio: la tele, la radio, la moto… todo lo que perturbaba el silencio. Cualquier sonido me volvía loco.  “A ver Sabino, que cambias Madrid por Pozal de Gallinas  y te piensas que te va a dejar la gente en paz”. No podía pedir tanto ¿no? Estaba harto de la gente, del ruido, de las voces… de todo. Solo necesitaba silencio y que todo el mundo me dejara en paz. Por eso me fui a ese pueblacho a vivir. Un pueblo pequeño en mitad de la nada. Paseos por el campo. Silencio. Canto de los putos pájaros. Ahí había empezado todo. Porque la gente vaya que vaya, dos malas contestaciones y me habían hecho el vacío. “Sabino, lo estás consiguiendo”, me dije entonces. Pero no.
         Los pájaros no dejaban de cantar y un día empezaron a venir ruidosos camiones y más camiones  y empezaron a montar ese monstruoso escenario. Venga ruidos, venga hierros, venga voces… y después llegaron los piojosos desgreñados esos. Unos guarros que se tiraban al sol gritando, bailando y bebiendo cerveza caliente como meado de burra. “A dar por culo han venido, Sabino. A joderte tu silenciosa vida, míralo”.
         Así que cogí la azada, que desde que llegué al pueblo se había convertido en mi mejor amiga, la eché al viejo Ford fiesta y acercándome a ese infierno cacofónico descargué un azadonazo  al primer melenudo que vi, y lo eché al maletero. “¡Al primero no, Sabino!. Reconoce que fuiste al camerino más grande a buscarle, elegiste a uno de los gordos. Joder Sabino seguro que cogiste al puto cantante. Ya podías haber secuestrado al batería.” Seguro que era el cantante, por eso no se quedaba afónico el muy cabrón. Si lograba hacer desaparecer a uno de los de la banda más gorda que tocase en el festival del ruido, seguro que se suspendería y el silencio volvería a mi vida. El dragón estaba enfurecido y me estaba comiendo los sesos.
         Los gritos de las bestias del infierno que me persiguieron dando golpes e intentando darme caza-  pero demasiado gordos, o demasiado torpes, o demasiado borrachos, o todo junto- no dejaban de retumbar en mi cabeza. El puto dragón me iba a matar a mí, a su guardián.
         Algo volvió a moverse en la cuneta. “Sabino, te va a tocar sacar la azada otra vez…” No podía parar. Aquellos cretinos me habían destrozado el coche, pero no habían logrado pararme, y el sacrificio de su princesa acabaría con el hambre del dragón. Nada podía salvarle. “¡Sabino, te estás montando una película bien buena ¿Qué no?” Esa pista forestal estaba destrozada y tanto meneo me estaba dejando sin coche. No podía parar pero aquella nenaza con sus gritos me iba a volver loco. Tiré del freno de mano, cogí la azada y fui al maletero. Allí estaba el fulano, llorando y gritando, atado de malas maneras de pies y manos, sangrando un poco por el hombro. Cerró el pico en cuanto abrí el portón. Sin duda sabía que gritar tanto había sido un gran error.
                   —¿Quién eres tú? —“Bien Sabino, ya es hora de que te asegures de que esto servirá de algo. Si te has llevado a un pringaete todo esto no servirá de nada”.
                  —David. David Lee Roth —respondió entre hipos, casi no le entendí. Le miré a la cara. No me sonaba.
                   —No me suenas.
                   —¡El de Van Halen! —apostilló pretendiendo salvarse.
                   —¿Eres muy famoso? —Necesitaba estar seguro.
                   —Mucho, Mucho. Tu suelta yo no digo a nadie.
         “Claro Indio Jerónimo. Yo suelta y luego yo cárcel ¿no? De eso nada.”
                   —Tú cállate y yo no azadonazo ¿vale?
         Parece que el fulano entendió cuando blandí ante él mi azada porque abrió mucho los ojos, como si se le fueran a salir de las órbitas, y no dijo nada.
         Entonces sentí como un gran zarpazo me tiró al suelo. Perdí la azada en la caída y un cuerpo animal enorme me inmovilizó. Las fauces abiertas de aquel enorme ser se abrieron a dos milímetros de mi cara.




                   —Thanks. Tío loco iba a matar a mí.
                   —David, no hay sacrificio de vírgenes si Jorge Salan está cerca.
                   —I don´t understand, sorry.
         La luna volvió a asomar entre las nubes y de nuevo el cuerpo de Jorge empezó a cambiar.
                   —¡You are a werewolf!
                   —Si David, pero tú quédate con que hemos matado al dragón y volvemos al festi.
        


         El dragón había muerto. Pero el lobo acababa de nacer.


Este relato está enmarcado en el reto de escritura #Origireto2020 organizado por Kat y Stiby. Podeis consultar las bases y apuntaros en sus blogs clickando aquí o aquí


FEBRERO:
Objetivo 8: escribe un relato sobre un baile.
Cuentos y leyendas D: San Jorge.
Criaturas del Camino VII: Vampiros/licántropos.
Objetos ocultos: 2 combustible y 14 un personaje conocido.
Además: milpalabrista (1369 palabras) y creo que nada más.

6 comentarios:

  1. ¡Hola!

    Me encanta la parte en la que Sabino habla consigo mismo. Pozal de Gallinas parece un nombre bastante adecuado para el pueblo. Has sabido transmitir muy bien el estrés del hombre, se nota que estaba bastante de los nervios. Como única pega, me ha costado un poco seguir el final del relato, desde la aparición del famoso (no sabía quién era y mira, he hecho una búsqueda rápida y ya tengo nueva música que escuchar). Me ha dado la sensación de que todo ocurre muy rápido. Eso sí, me gusta el toque humorístico de que sea alguien reconocido y se entiendan a medias.

    ¡Nos leemos!

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    1. ¡Hola Marga!
      Todo un placer tenerte de nuevo por el blog. Me alegro de que el relato te haya transmitido el estado de ánimo del prota, porque eso ha sido lo más difícil de plasmar para mi. Bueno, si no contamos que tuve que reesribir la mitad porque me habia saltado lo de cumplir con un objetivo de la lista del reto, ejem.
      Respecto al nombre del pueblo te cuento que el pueblo existe realmente y en efecto es un pueblo pequeño pero montan un festival rockero bastante potente, teniendo en cuenta que lo organiza una asociación pequeña de aficionados. El Atalaya Rock lleva ya unos añitos de trayectoria, aunque Van Halen no ha pisado nunca por allí, lástima.
      El final si que me quedó un poco acelerado. Habría necesitado más tiempo para rematarlo mejor pero me agobiaba que se me acababa el plazo, yo no tengo la sangre fría de Kalen para pelear por el cangrejo jejeje
      Muchas gracias por tu comentario tan alegre y ya me contarás que te parece la música de David Lee Roth y también de Jorge Salán.
      Un abrazo grande y ¡Nos leemos!

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  2. Hola, he tardado un poco en poder comentar tras leer tú relato , me encanta el personaje de Sabino , me gusta que hable consigo mismo y como lo hace, ese toque queda genial.Pero me pasa como a Marga ,al final me pierdo un poco. Por cierto mi abuela era de Pozal de gallinas, aunque yo nunca he ido y desconocia lo del festival.

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  3. Hola Mochuelillo, es una alegría verte por aquí. En efecto tengo que revisar ese final porque queda un poco confuso, como muy bien me haceis ver.
    Pero lo de no conocer el Atalaya Rock siendo de donde eres... mal, muy mal. Te lo pongo de deberes jejejeje
    Muchisimas gracias por tu comentario, siempre me hace mucha ilusión.

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  4. Qué chulo Yarcko, me perdía un poco Sabino hablando consigo mismo al principio porque parece que está pallá y no se entiende de qué rayos está hablando, que si dragón, que si le rompieron el coche, que si se fue al pueblo por que no quería ruido, en fin, es raro al comienzo ytiene algunas cosas que no entiendo como encajan si no es xq está chalado xD Pero aún así interesante y dan ganas de seguir leyendo para saber qué está pasando. Bien los objetivos y no se por qué me pareció gracioso lo de la azada n,nU y mira esto, "capaz de desarrollar más de sesenta kilómetros hora" más qué desarrollar, que no le veo mucho sentido, pondría llegar o alcanzar más de 60km/h.

    Bien hecho wapa ^^ animo con el mes y un abrazote.

    .KATTY.

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  5. Hola Kat, me encanta que he hayas pasado a leer y comentar!
    En efecto, si he conseguido que te des cuenta de que a Sabino se le va la pinza más de lo normal, es que he dado en el blanco jejejeje me sorprende que a pesar del pequeño lío te hayan dado ganas de seguir leyendo.
    Puede que tengas razón en lo de los kilómetros hora, pero me pareció una buena licencia poética. Igual me equivoqué.
    Muchas gracias por los ánimos y mucho ánimo para tí también.
    Besotes!!

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