jueves, 31 de diciembre de 2020

UNA NUEVA CANCIÓN

 Te sugiero que antes de leer este relato leas Si ella no puede tocar, ya que está unido a él. Aunque tiene sentido si lo lees de modo independiente.

UNA NUEVA CANCIÓN

         Nada era más importante que la música y si Josué no era capaz de entender eso, no merecía una sola de mis lágrimas.

         Mientras pensaba eso, no era capaz de dejar de llorar. El dolor dentro de mi corazón era intenso como un réquiem. Sentía como me desgarraba por dentro mientras Josué iba metiendo objetos en un par de maletas. Yo estaba en la cocina, sola. Bueno, sola no. Estaba con mi fagot. Mi amado fagot. Él era el verdadero motor de mi existencia. Desde pequeña había amado la música y la había disfrutado en cada objeto del que había sido capaz de arrancar un sonido. No era de extrañar que mis padres se hubieran dado cuenta y hubieran tomado la decisión de apuntarme al conservatorio. En casa había un viejo piano, así que me llevaron para apuntarme a clases de piano. Por desgracia en piano no quedaban plazas, ni en arpa, ni en violín, solo en fagot. Por aquel entonces yo ni siquiera sabía que instrumento era aquel, pero cuando lo conocí, su profunda voz grave me conquistó para siempre.



         Estudié y practiqué incansablemente durante años, privándome de salir con mis amigas, de jugar y de conocer chicos pero logré mi objetivo, que era convertirme en lo que soy: una concertista de fagot. Bueno, en realidad solo había tocado en público con la orquesta una docena de veces, pero estoy segura de que si me esfuerzo, algún día podré mirar atrás y ver todo mi camino recorrido lleno de música y de éxitos. No estaba dispuesta a renunciar a mi sueño, después de todo lo que había trabajado por alcanzarlo.

         Cuando conocí a Josué todo era maravilloso. Me mimaba y me cuidaba. Me decía que me quería y que me amaba y también me decía que siempre me apoyaría en todo, que para eso estaba. Pero no fue así. Hacía media hora que le había dicho que estaba embarazada, deseando compartir con él la maravillosa noticia y sin embargo allí estaba, haciendo las maletas para abandonarme a mi suerte. Y todo porque yo me había negado a dejar de tocar ahora que iba a ser madre.

         “¿Qué clase de madre vas a ser, de concierto en concierto? Ya está bien de jugar a los trota músicos. Es hora de que sientes la cabeza y te comportes como una adulta de una vez”. Eso era lo que Josué había dicho. Me había indignado muchísimo, al darme cuenta de que él pretendía convertirme en ama de casa y madre en exclusiva, para tenerme a su servicio, como si mi vida no importara lo más mínimo. Me sentía desengañada y desgraciada pero por otro lado estaba aliviada. Gracias a esa frase me había dado  cuenta de la clase de persona que era Josué. Había descubierto cuáles eran sus verdaderas intenciones, cuáles eran sus sentimientos: él no me quería. Nunca me había querido, porque nunca me había entendido. Si no era capaz de amar la música no era capaz de amarme a mí, dijera lo que dijera. Mi vida era la música, siempre lo había sido y ni él ni nadie en este mundo se interpondría en mis sueños.

         Estaba embarazada. ¿Y qué? Tendría un hijo o una hija y le enseñaría lo que es la música. Le enseñaría a amarla como yo la amaba y seríamos felices. No necesitaríamos que nadie nos dijera como tendríamos que vivir. No necesitaba a Josué en mi vida para vivirla intensamente. Nunca más estaría sola si tenía a mi bebé y a mi fagot. Definitivamente, era mejor encarar mi próxima maternidad sin alguien como él cerca de mí.

         Abrí el estuche de mi amado fagot y comencé a tocar la cabalgata de las Valkirias. Esa canción me hacía sentir poderosa y además Wagner siempre me ponía de buen humor. La música me daría todo lo que Josué jamás podría darme. Mi vida nueva empezaba como una nueva canción.


Este relato está enmarcado en el reto de escritura #Origireto2020 organizado por Kat y Stiby. Podeis consultar las bases y apuntaros en sus blogs clickando aquí  o aquí

OBJETIVO PERSONAL:
 El objetivo personal que me propuse a principios de año era el de escribir seis relatos extra, enlazando relatos del origireto2019 y escondiendo en cada uno 2 objetos del origireto2020

Este relato es el sexto y último de la serie, porque los milagros existen y no todo en 2020 va a ser malo.
Está enlazado con Si ella no puede tocar, relato de Marzo del Origireto2019.
He seleccionado este relato porque la historia de la madre no podía quedar tan huérfana.
Objetos ocultos:19: una canción y 7: una docena

Además: tiene 655 palabras, que no está nada mal, para la hora que es.

Gracias por leer hasta aquí.

Déjame tu comentario para saber si este relato te ha gustado o no. Prometo contestar.

2 comentarios:

  1. Buenos días

    He releído el relato Si ella no pudo tocar, que ya había leído y comentado en su momento, y he leído este otro,que es tu relato de cierre del Origireto2020.

    Me ha gustado mucho que sea una "precuela" del relato anterior, en el que se cuenta cómo llegó la madre de Marisa a amar el fagot, amor que transmitió a su hija. Es curioso como ciertas casualidades pueden llegar a cambiar una vida. Me refiero al hecho de que en el conservatorio no hubiera plazas libres para otros instrumentos.

    Espectacular cierre del origirreto.

    Nos seguimos leyendo. Un saludo.

    Juan.

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  2. Hola!! Reconozco que he leído este relato sin haber leído antes "Si ella no puede tocar", pero acabaré por leer el otro un día de estos. Aislado de esa historia que por lo que he leído es la original pero temporalmente es secuela, decirte que me ha gustado mucho. También me ha dejado unos cuantos interrogantes que espero que se resuelvan leyendo la otra historia, ya te contaré. Felicidades por el relato y por el pedazo de reto que hiciste en 2020.

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