domingo, 17 de enero de 2021

EL DÍA DIECISÉIS

EL DÍA 16

                  

                   —A mi me dan envidia.

                   —Pues  a mí ni pizca. Todo el día encerrados en el cajón. Y  cuando les sacan es para ser manoseados mientras lo único que importa son los reflejos que arroja la pantalla gris.

                   —Pero mola cuando te acarician.

                   —Tú lo has dicho, cuando te acarician. Pero es que a ellos no les acarician, yo diría que les aporrean. Y además les ningunean.




                   —No te pases. La morena es muy delicada.

                   —Pues a mí el otro día me arañó con esas uñas rojas de fantasía que tiene y me dolió un montón. ¡Mírame! Aún tengo la marca.

                   —Ay, pobre. Pero fue por algo, seguro. Ella siempre tiene cuidado.

                   —Claro que fue por algo ¡Pero yo no tengo la culpa! La tuvieron ellos.

                   —No creo. Mira a Siete. A él también le ha puesto una pancarta y no parece que le moleste.

                   —¡Claro que no!¿Sabes lo que pone?

                   —No sé leer.

                   —Uno, eres demasiado joven. Pone “cumpleaños Julia”.

                   —¡Un cumpleaños! ¡Qué bien!

                   —Si, claro, que bien –dijo Veinticuatro cabizbajo —Mira la mía.

                   —¿Qué pone?

                   —“Seguro del coche”.

                   —¿Y eso que es?

                   —Pues algo malo. La morena cogió la calculadora y te aseguro que no fue nada delicada. Estuvo aporreando los números un rato y luego, toda enfadada vino con el boli y me puso la pancarta. Pero primero me arañó con las uñas.

                   —Eso de “seguro del coche” debe ser algo terrible.

                   —¡Estoy seguro!

                   —Pues yo estoy triste. Nunca tendré una pancarta.

                   —Si es que eres demasiado joven, Uno. Tu momento pasó en seguida, no te dio tiempo de nada. Mira a Dieciséis, es el más feliz de todos.

                   —¿Qué decís de mi?— exclamó el Dieciséis, que había estado escuchando la conversación como si esas pancartas y menudencias no fueran con él.

                   —Pues que eres feliz —dijo Veinticuatro apesadumbrado.

                   —¡Y no tienes pancarta! Solo te ha dibujado una estrella. ¿Cómo puede alegrarte algo tan simple?

                   —¡No tenéis ni idea! No es una estrella, es un asterisco.

         De pronto todos los días del calendario guardaron un silencio interrogativo mirando a Dieciséis.

                   —¿Porqué me miráis así? ¿Os da envidia mi asterisco?

         Los días se encogieron de hombros. Ninguno sabía lo que significaba aquel signo, pero era lo que más llamaba la atención en toda la hoja. Era rojo y brillante así que debía ser algo de extrema importancia. Dieciséis se atusó el flequillo, ufano y les dio la espalda. Si se sentían desgraciados no era su culpa. Desde que tenía el asterisco se creía el rey del mambo. Ningún día del calendario estaba a su altura. Ni el Doce con su pancarta anunciando “análisis”, ni el Diecinueve que decía “paquete, ni siquiera el más afortunado Veintiocho con su “cumpleaños mamá”, que la morena había escrito con suma delicadeza y que además había decorado con una flor.

                   —¡Callaos todos! Ahí viene —dijo Veinticuatro, que siempre estaba enfadado pero también alerta.

         Roció entró en el cuarto de estar, apartó la silla del escritorio y se sentó con cara de pocos amigos. Dejó un montón de papeles sobre la mesa y abrió el cajón para sacar la calculadora. Tecleó algo en el ordenador y volvió a la calculadora. Todos los días del calendario se echaron a temblar, menos Dieciséis. Cada vez que Rocío hacía aquello que estaba haciendo, lo siguiente era poner una pancarta en alguno de ellos. Y según parecía esta vez no sería delicada. Al parecer algo no la estaba cuadrando. Sus resoplidos evidenciaban que estaba disgustada. 


Desde hacía varios días había estado sacando cajas y más cajas de la casa, pasando por delante del calendario y mirándolo de reojo. Volvió suspirando al ordenador y tras un rato tecleó de nuevo con la calculadora. Se encogió abatida mientras miraba el resultado…y tiró la calculadora al otro lado del cuarto de estar, para quedarse mirando el asterisco del calendario.

                   —¡MIERDA!—gritó, llevándose las manos a las sienes.

         Todos los días se miraron asustados. Lo que la morena acababa de hacer con la calculadora y todos sus números les había sumido en el pánico más terrible. A todos menos a Dieciséis, que se pavoneaba con su asterisco rojo brillante en el medio de todos sus compañeros, que le daban codazos para que se estuviera quieto y no llamara más la atención. No querían que la morena les hiciera lo mismo que a sus compañeros, a quienes Uno, en su candidez, había estado envidiando hasta aquel momento. Ahora se arrepentía.

         Sin embargo Dieciséis estaba seguro de que aquella distinción tan vistosa que Rocío le había otorgado era algo importantísimo y sentía que era el favorito de la morena.

         Entonces la chica sacó del cajón unas tijeras con punta y se dirigió al calendario con decisión y un montón de ira.

                   —¡Puto día Dieciséis!

         De dos decididos tijeretazos le apartó de su vista, dejando un terrible agujero en el calendario.

         A final de mes, el resto de días, tragaron saliva. 


UN RELATO AL MES:

Este relato cumple los siguientes requisitos:

Enero: absurdo.

Objetos incluídos: calculadora y calendario.

nº de palabras: 819

viernes, 1 de enero de 2021

2020, UN AÑO DE MIERDA ¿O NO?

 

2020, UN AÑO DE MIERDA ¿O NO?

         En realidad calificar al 2020 como un año de mierda, en mi caso, no es más que un titular, porque valorándolo entero a nivel escritoril, no ha ido tan mal. Lo cierto es que estoy satisfecha con el resultado.

         Empecé el año con mucha ilusión participando en el #Origireto2020 tras el subidón de ganar el Botijo de Oro en el #Origireto2019. La cosa iba viento en popa: escribía el relato pertinente de forma holgada cada mes. Pero a finales de febrero el Covid-19 empezó  a asomarse desde Oriente hasta que llegó a España para encerrarnos en casa. ¡Genial! Por fin iba a tener tiempo de verdad para escribir en lugar de tener que robarle horas al sueño pero… la incertidumbre se llevó mi inspiración a otros planetas (supongo, no sé donde fue).

        


 

        Así las cosas el reto de escritura creativa me mantuvo anclada a la realidad y al bolígrafo. Logré escribir doce relatos originales y muy diferentes entre sí, que puedes encontrar en este blog. El objetivo personal del reto era escribir seis relatos más, y tras publicar dos  y no ser capaz de avanzar, estaba dispuesta a tirar la toalla. Pero cuando ya apenas le quedaban horas al año logré sacar adelante los cuatro que me faltaban, con lo que completé todo el reto ganando el máximo de puntos lo cual es un gran logro a nivel creativo que me hace sentir muy orgullosa de haberlo alcanzado.



     Este año el Origireto desaparece y en su lugar nace el Estrellas de tinta. Podéis consultar las bases y apuntaros pinchando aqui.

         Pero como no solo del Origireto vive la escritora que hay en mí y aunque tengo que reconocer que este año escribí menos que el anterior, tengo en mi haber cuatro nuevas poesías, dos series de Haikus, tres microrrelatos y una carta de veinte folios por las dos caras (porque una se pone el uno de enero a aceptar apuestas con Kalen y pierde el norte).

         Además inventé otros cinco relatos para enviar a concursos y lo más emocionante fueron las tres reseñas con las que inicié mi andadura en estas cuestiones criticonas jejeje. Toda una experiencia ya que las compuse comentando los libros con los propios autores.

         Todo ello suma la nada desdeñable cifra de 68068 palabras, que no está nada mal (la carta no está incluida en esa cifra, porque la escribí a boli).

         Lamento no haber sido capaz de tirar de ninguna de las historias durmientes  que hay en mi cajón, pero las circunstancias arrugaron el tiempo de una forma extraña.

         Con todo valoro el año como muy positivo, con alguno éxitos reseñables, como el premio del público conseguido en el concurso de relatos “la ciencia y tú” del Museo de la Ciencia de Valladolid (lo podéis leer aquí)y la publicación en diversas antologías de algunas pequeñas obras.

         Como la lectura, aparte de ser un placer es también el alimento del alma de todo escritor os comento que tuve la oportunidad de leer 21 libros estupendos y 70 relatos variopintos y te todo tipo que conté gracias al Club Cazacapítulos. Este año repetiré mi participación en el club y si tú también quieres hacerlo no tienes más que pinchar aquí  o aquí y apuntarte.



         Para el nuevo año 2021 quiero afrontar nuevos retos, que seguiré compartiendo con vosotros por aquí. Y ya solo me queda agradeceros mucho vuestras visitas al blog. También el tiempo y el cariño que le dedicáis a dejarme esos comentarios que me hace tantísima ilusión recibir, ya que los recibo como el mejor de los regalos, por que son el motor que me lleva a seguir trabajando para mejorar.

         Os invito a que echéis la vista atrás y valoréis como se debe todas las cosas buenas que seguro que ha tenido también para vosotros el 2020, a pesar de todo.

         ¡Os deseo a todos un feliz y fructífero 2021!