sábado, 6 de julio de 2019

LA FUGA ( relato de Abril #OrigiReto2019)

LA FUGA

#OrigiReto2019 relato de Abril: La fuga


El Origireto es una genial iniciativa de Stiby y de Katty que consiste básicamente en escribir un relato y un microrrelato cada mes que cumplan ciertas pautas. Como he llegado tarde a esta aventura, tengo que recuperar.Este es el relato correspondiente al mes de Abril:


LA FUGA


—¡No! ¡De ninguna manera! No estoy dispuesto a esperar hasta el miércoles. Necesito que esto se resuelva hoy mismo ¡Hoy mismo!
Alguien al otro lado del teléfono se esforzaba en dar unas explicaciones que él no quería oir.
—¡Que no me cuente su vida! Yo pago un seguro de emergencias en el hogar para que me resuelvan estas cuestiones urgentemente. Si no van a mandar a alguien de inmediato más vale que tengan buenos abogados porque les voy a poner una denuncia que se van a cagar.
La discusión estaba subiendo de tono. Su interlocutor, tenía poco que hacer.
—Mire señorita, ya le he dado todos los datos que necesita. Si en una hora no tengo en casa alguien preparado para resolverlo no se molesten en volver a ponerse en contacto, porque tendrán noticias de mi abogado.
—Mauricio, no deberías soliviantarte así, te acabará dando un ataque.—Dijo Elena cuando su esposo por poco rompe el teléfono al colgarlo violentamente.
—Pero ¿Qué crees que me han dicho los del seguro? ¡Que hasta el lunes no vendrá nadie! ¡Puede que incluso hasta el martes! Eso son cuatro días, nena. ¡Cuatro! ¿Para eso pagamos un seguro de emergencias? ¡Esto es una emergencia! Y dar respuesta en cuatro días no es una solución urgente.
—¿Y qué esperabas? Es fin de semana.
Mauricio sabía que en el fondo, su esposa, tenía razón.
Griselda, la vecina de abajo había subido ya varias veces a quejarse de que le había salido una mancha de humedad en el techo del salón. Al principio no la hicieron mucho caso, pero por lo visto la mancha estaba creciendo así que Mauricio llamó al seguro. Cinco veces. Por lo tanto Elena tenía un marido cabreado y una fuga en alguna tubería que era la verdadera culpable. Pero lo único que la molestaba eran los gritos. Adoraba el silencio y las circunstancias se lo habían robado de mala manera. Y sin silencio no podía concentrarse en su sesión de yoga.
Para colmo mantenían el aire acondicionado apagado, obedeciendo la sugerencia del técnico del seguro que por teléfono les había dicho que “tenía pinta” de que la fuga era de la climatización. Y en la calle hacía cuarenta y tres grados. Definitivamente no estaba siendo su mejor fin de semana del año. Para compensarlo decidió ir a por una infusión a la cocina, aunque sabía que así no se le pasaría la turbación.
—Mauricio, ¿quieres un te?
—Ni un té ni un tú. Lo que quiero es que venta el fontanero antes de que la vecina vuelva a subir a tocarme la moral.
—Respira cariño, que te va a dar un soponcio, te lo dijo yo.
Mientras el agua se calentaba en el microondas se la ocurrió que podía bajar a calmar los ánimos de la vecina. Tal vez así la situación mejoraría, o al menos, ganarían tiempo. Puso la bolsita en la taza, la taza en un platito, en el platito una cuchara y cogió la llave de casa con la otra mano.
—Mauricio, voy a calmar a Griselda mientras viene el fontanero. Quédate  a esperarle, que tú te explicas mejor que yo.
Aquello no era cierto en absoluto, pero un pequeño halago quizá rebajaría un poco los humos de su marido. Lo mejor era poner tierra de por medio hasta que se le pasara… o le diera de verdad un infarto.
—Hola Elena, ¿ha venido ya el fontanero?
—No, pero no soporto más como se está poniendo Mauricio. Estoy segura de que no tardará en venir alguien porque no deja de gritarles por teléfono.
—Yo no quería molestarte, pero es que mira –Griselda la llevó al salón para que pudiera ver la gotera. Era bastante grande  aunque no goteaba. —supongo que habrá que esperar al lunes para que lo arreglen. En fin, te invitaría a un té pero veo que ya lo traes.
—Puedes ponerte uno para ti y me cuentas que tal funciona la caldera esa nueva que te has puesto.
—Vamos al sofá, estaremos más cómodas.
Mientras Griselda se preparaba un té de jengibre en su estupenda tetera de diseño, empezó a hablar.
—Pues la verdad es que estoy encantada, pero no es una caldera.
—¡Ah! ¿No? ¿Y qué es?
—Pues mira, asómate a la terraza ¿Ves ese aparato?
—Sí.
—Eso coge el aire de la calle y lo transforma en calefacción o en aire acondicionado, así de simple. Me ha costado un ojo de la cara, pero la verdad es que si lo comparo con las facturas del año pasado, creo que lo tendré amortizado en poco tiempo.
—¡Que invento! Pero ¿No lo tienes encendido? No lo oigo.
—Sal si quieres y lo escuchas.
—Hace mucho calor ahí afuera, prefiero creerte  —ambas rieron la broma —¿También has quitado el aire acondicionado? Porque hace buenisimo en tu casa.
—Claro, ya no me hace falta.Esto vale para el calor y para el frío. Y además el técnico que vino a ponermelo estaba cañón.
—¿Estaba bueno?
—Como un quesito. Me quedé con su tarjeta, por si le tengo que volver a llamar.
—Pues llámale hoy, a ver si nos arregla la fuga… y así le conozco.
Las dos vecinas se lo estaban pasando bien cuando de repente empezó a oírse un extraño zumbido.
—Griselda, creo que tu caldera ha empezado  a hacer ruido.
—No es la caldera, que ya te he dicho que no hay caldera.
—Entonces que…
Un rayo de luz grisácea brotó de la mancha del techo, deslizando su haz por el suelo, ante la estupefacción de las dos mujeres.
—Griselda, ¿Qué es eso?
El haz de luz las alcanzó en el sofá mientras ellas eran incapaces de apartar la mirada. La mancha del techo ahora parpadeaba en un millón de destellos mortecinos. Griselda se levantó, como hipnotizada por aquella luz. De la mancha del techo empezó a surgir un extraño tornado que parecía querer llevarse a la vecina de su propia casa.
—¡Griselda! —Gritó Elena al darse cuenta. Intentó sujetar a su amiga pero el extraño remolino las engulló. De repente todo era iridiscente y deslumbrante, mientras giraba descontrolado. Sus pies se habían separado de la solidez del suelo para quedar colgando al extremo de sus piernas. Logró agarrar la mano de su amiga mientras daban vueltas camino a lo desconocido. Tan rápidamente como empezó, el remolino paró, dejando caer a las dos mujeres sobre una superficie blanca y mate, delicada, como si fuera de pladur.
—Griselda ¿Estás bien?
—Si ¿Tú?
—También ¿Qué ha pasado?
—No tengo ni idea, el tornado ese nos ha traído a ¿Dónde?
—Pues en teoría estamos en el techo ¿No?
—¿Tú crees?—inquirió Griselda claramente asustada.
—Si la mancha del techo nos ha absorbido…
Elena tampoco estaba muy segura de lo que decía, de lo que sí que estaba segura era de que aquello les había pasado por algo.
—¿Cómo vamos a salir de aquí, Elena?
—Oye, es tu casa… supongo. Mira eso —Elena señaló una especie de fuente que parecía haber surgido de la nada justo detrás de Griselda.
—Una…¿fuente?
La forma era la de una fuente, pero no contenía agua, sino un líquido grisáceo y denso.
—Te aseguro que eso no es agua, Griselda.
—No parece, ¿qué crees que es?
—Me gustaría tener aquí mi microscopio y mi bata del laboratorio para podértelo decir, pero vamos, que parece mierda, básicamente.
—No huele a nada.
—Tampoco hace ningún sonido, escucha.
Las dos guardaron silencio. En efecto, aunque aquel líquido borboteaba sin parar solo se oía el zumbido de antes.
—Griselda, yo no sé tú, pero yo quiero quedarme aquí para siempre ¡Qué paz!
—Deja de decir chorradas, tenemos que hacer algo para salir de aquí.
—Claro. Pero para empezar estaría bien saber dónde estamos.
Las dos volvieron mirar alrededor. Parecía que estaban en una especie de desván. La luz era extraña y grisácea y lo único que había allí era la fuente de mierda y una botella enorme con una especie de manguera en la boca.
Griselda parecía estar bastante más asustada que su vecina, así que Elena decidió que debía tomar las riendas de la situación. A decir verdad le hacía bastante gracia el cariz que estaba tomando todo. Era una experiencia nueva y extraña. En su mente empezó a forjarse una idea.
—Griselda, si estamos dentro de tu techo, y hemos entrado a través de la mancha provocada por la fuga…
—¿Tienes ya alguna idea de cómo salir de aquí?
—Podemos intentar arreglar la fuga.
—Se te ha ido la cabeza. ¿Tu ves algo parecido a una fuga por algún sitio? ¿Alguna tubería, aunque solo esa eso?
—Bueno, veo una extraña fuente y una especie de extintor. No sé si servirá de algo, pero es todo lo que hay así que voy a ver si puedo rociar el contenido de ese extintor tan extraño sobre la fuente de mierda.
—Estás loca Elena, es todo absurdo.
—No perdemos nada por intentarlo ¿no?
Ante la asustada mirada de Griselda, Elena se acercó al extintor y cogiéndolo con una mano intentó enchufar con el extremo de la manguera sobre la fuente. Pero algo no funcionaba. No había ninguna palanca ni ningún gatillo que lo accionara. —¿Qué pasa?
—No tiene gatillo ¿Cómo hago para que funcione?
—La científica eres tú, yo no tengo ni idea.
—No seas tan negativa, esto pesa, así que tiene que haber una forma de que eche su contenido por la manguera, sino, ¿Qué sentido tiene?
—¿De verdad estás intentando buscar lógica en eso? ¿En serio?
—Bueno, a situaciones extrañas… soluciones extrañas. Le daré un golpe en el culo a ver si por diferencia de presión…
Elena lo golpeó contra el suelo y una espuma rosa y densa empezó a salir por el extremo del tubo. Sin perder un segundo la orientó hacia el líquido que manaba de la fuente. Al contacto con la espuma rosada el líquido empezó a adquirir brillo y color, y a perder densidad. En pocos segundos el extintor estaba vacío, pero su efecto había hecho que todo cambiara. Al brillante, colorido y fluido líquido de la fuente se le sumó una intensa y agradable luz que terminó por inundar todo el espacio.
—No me lo creo, Elena. —Griselda no salía de su asombro ante el cambio radical que había experimentado el lugar. Antes parecía frio y austero, ahora la luz y el color lo habían transformado en un lugar donde daban ganas de quedarse. En un lugar feliz.
—No lances las campanas al vuelo que aún no hemos salido de aquí.
—Pero escucha, el zumbido se ha parado.
—Eso sí. Escucha —nada, silencio absoluto. Un silencio cálido y envolvente que llevaban a Elena a comprender un nuevo concepto de lo que en realidad era el silencio.
De pronto un pequeño ser salió de detrás de a fuente. Vestía una especie de túnica raída y tenía los ojos ocultos tras unas enormes gafas. Elena y Griselda se sorprendieron, pero tal era la paz que sentían que ni siquiera se asustaron un poco. Lo miraron con ojos curiosos y vieron como el pequeño ser señalaba con su huesudo dedo a algún lugar en el suelo, entre las dos.
Cuando las dos dirigieron la mirada al lugar señalado, sintieron un leve desvanecimiento y al segundo siguiente estaban caídas en el sofá del salón de Griselda.
—¿Qué ha pasado? —dijo Griselda aún un poco aturdida.
—Dime que no me has puesto nada en el té.
—¡Pero si lo traías de casa!
En ese momento ambas elevaron la mirada hacia el techo. La mancha había desaparecido.
—Elena, al final vas a haber arreglado la fuga desde la otra dimensión.
—Jajajaja, no lo creo. Igual nunca existió la gotera.
Sonó el timbre con insistencia, un timbrazo que las hizo salir de su ensimismamiento. Griselda fue a abrir la puerta.
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—¡No señor! Yo no le voy a pagar por hacerle venir un viernes por la tarde a arreglar una gotera inventada porque yo no me he inventado ninguna gotera. Esta gotera estaba ahí ¿A que si, Griselda?
Las dos mujeres se miraron y sin poderlo evitar, se echaron a reír.





Este relato está enmarcado en el Reto de escritura de #OrigiReto2019.
Objetivo 5: Escribe sobre una fuga.
Objeto oculto: nº8 Un extintor.
Objeto oculto: nº 17 un tornado.
Numero de palabras: 2009.
Además: protagonizado por una mujer (1/6 para feminista) y supera el test de Bechdel.
Las normas de este reto se pueden consultar en las bitácoras de las organizadoras, @stiby2 y @musajue:
http://plumakatty.blogspot.com/2018/12/origireto-creativo-edicion-2019.html

o en

http://nosoyadictaaloslibros.blogspot.com/2018/12/reto-de-escritura-2019-origireto.html


adjunto pegatina correspondiente al mes de abril: 


¿Te has quedado con ganas de más?

Te invito a que leas un microrrelato enlazado con éste. Su autora es  Kam y puedes leerlo aquí: https://trastabiladas.blogspot.com/2019/08/la-pequena-ratoncita.html


3 comentarios:

  1. ¡Hola de nuevo, Yarcko!

    Me ha gustado mucho esta historia tan fantasiosa, la verdad. Es muy interesante, me ha encantado la creatividad que desprende. También la sororidad entre Elena y Griselda, me parece magnífica. También me gusta especialmente la relevancia del té en la historia, como persona que se lo ha leído tomándose un té, ha sido doblemente espectacular, jajaja.

    ¡Hasta otra!

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  2. ¡¡Hola!! Que alegría verte por aquí. Estoy encantada de que una historia tan marciana te halla hecho sentir bien. Muchas gracias por tu comentario tan animoso.
    Un abrazo

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  3. Buenas tardes

    No habia leído la primera parte, pero ya he resuelto eso. Me ha gustado mucho este relato, porque aúna misterio, magia y humor. Me ha hecho mucha gracia, primero, como interpretas lo de la fuga (yo lo interpreté como una huida) y como explicas con una sola palabra donde se estaba produciendo la fuga. Menos mal que lo pudieron arreglar rápido.

    Eso de que una avería se arregle antes de que llegue el técnico... no será la primera vez aue lo veo.

    Genial, y voy a leer el relato de 2020

    Un saludo.

    Juan.

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