No quería publicar esto para no caer en el tópico, pero creo que lo mejor es que lo deje salir. Han pasado muchas cosas desde que lo escribí el 22 de abril y sin embargo, tan pocas soluciones...
COVID-19
La cabeza me bulle en mil ideas inconexas. Opiniones acerca de informaciones que no se si son veraces o no, puesto que no podemos fiarnos de las fuentes oficiales. Lo único cierto que sabemos es que esas fuentes nos mienten y no tenemos forma de saber cuáles del resto de las miles de informaciones que nos llegan son ciertas ni en qué grado lo son.
El gobierno está demostrando que el sistema no funciona. Creo que era algo que todos, a pie de calle, sabíamos, pero ahora se está poniendo de manifiesto de forma estrepitosa. El sistema no funciona y se ve en cada rueda de prensa que ofrecen. Todas son interminables, repletas de circunloquios expositivos vacíos de las soluciones que tanto necesitamos. Soluciones que no llegan. Que cuando lo hacen no se adecúan a las necesidades reales de nuestra sociedad. Soluciones que lo único que hacen es complicarnos la vida a todos y mucho. Porque el desastre económico que se nos viene encima es monumental, pero la catástrofe social, humana, que estamos viviendo, con un número de muertos que ni siquiera nos permiten saber cuál es, con un número de enfermos que tampoco nos dejan saber cual es… sin saber las consecuencias médicas reales que van a sufrir los que lo han superado, pero además sin poder medir ni poner coto al inmenso dolor que estamos sufriendo ya todos, viendo como mueren personas mayores a montones, y no tan mayores… y que ni siquiera nos permiten despedirnos para poder pasar nuestro duelo particular. Atados de pies y manos. Encerrados en nuestras casas, de las que podemos salir por motivos que han elegido aleatoriamente, como quien puede o no ir a trabajar. Sin que nos proporcionen medidas de seguridad.
La desesperación de millones de personas que no sabe cuándo podrá cobrar para hacer frente a los impuestos que no nos han aplazado ni suprimido… además de, obviamente, para hacer frente al pago de hipotecas y alquileres y por supuesto para poder comer…
La desesperación del que su única certidumbre es saber que no tendrá un puesto de trabajo al que volver. La de los que están seguros que no podrán poner en marcha de nuevo sus pequeños negocios…
El sufrimiento que están causando de manera gratuita a tantas personas que podrían salir ya a la calle porque están inmunizadas, o porque a la calle a la que van a salir es el campo, donde no se cruzarán con nadie, o porque el pueblo en el que viven son pocos vecinos y ninguno de ellos está infectado.
El sufrimiento a esos abuelos que no pueden estar con sus nietos, a esos nietos que no pueden ver el cielo en una etapa de su vida en la que necesitan correr y que les dé el sol… El de los enfermos que necesitan caminar pero están enjaulados en pisos de muy pocos metros cuadrados…
El estado mental de todos los que vemos que pasan los días, uno detrás de otro y las soluciones no llegan, y las medidas siguen siendo aleatorias, y las preguntas cada vez son más mientras las respuestas cada vez son menos. De los que a diario vemos que la improvisación y el despropósito están al mando mientras el sentido común ha desaparecido. De los que vemos ejemplos de intentar solucionarlo fuera de nuestras fronteras pero ninguna intención clara de atajarlo de forma eficaz dentro de ellas. El estado mental de los que somos prisioneros de esta guerra en la que no va a ganar nadie porque ni siquiera hay bandos.
Todas esas consecuencias que irán llegando, que algunas ya están aquí y que pagaremos como siempre los de siempre: los más débiles.
Todo esto que nos sume en la desesperanza y la frustración… y que cuando nos paramos a pensar concluimos que quizá es lo que los poderes quieren: que estemos abatidos, enfermos, empobrecidos y frustrados para así poder mantener sus exagerados privilegios sin que la masa trabajadora, la clase media-baja, los que nos partimos el lomo a diario para acabar engordando sus arcas tengamos fuerzas ni ganas para protestar, para alzar la voz y pedir que el sistema cambie.
Cuando llegamos a este tipo de conclusiones es cuando obtenemos alguna certidumbre y no precisamente esperanzadora sino todo lo contrario. Llegamos a la certidumbre de que saldremos de ésta, como salimos de todas: heridos, abatidos y vivos de milagro. Y solo nos va a quedar intentar sobreponernos para poder dar un paso más…
Buenas noches
ResponderEliminarPues hss escrito un texto que suscribo casi palabra por palabra. El virus dejó de ser, hace tiempo, el problema. El problema es la ineptitud, la falta de empatía y la falta de soluciones que nos dan las que deberían dárnoslas.
Voy a publicar algo parecido, pero en forma de sátira, porque yo también estoy cansado de todo esto.
Ánimo y un abrazo.
Juan
Buenas noches Juan.
EliminarLa verdad es que lo escribí durante el dichoso confinamiento porque necesitaba salir y como no nos dejaban pues por algún lado tenía que sacar la vida a pasear, así que las letras fueron la puerta de huída. Es cierto que el virus hace tiempo que dejó de ser nuestro mayor problema y me parece muy preocupante el estado de las cosas y también el horizonte que se vislumbra. Espero que de alguna manera seamos capaces de salir adelante.
Me alegra que vayas a publicar algo por el estilo porque creo que necesitamos despertar del letargo en el que nos tienen sumidos.
Ánimo para ti también y un abrazo grande.