jueves, 7 de noviembre de 2019

LA EMPERATRIZ

LA EMPERATRIZ ( relato de Febrero #OrigiReto2019)




El Origireto es una genial iniciativa de Stiby y de Katty. Las normas de este reto se pueden consultar en las bitácoras de las organizadoras, @stiby2 y @musajue:
http://plumakatty.blogspot.com/2018/12/origireto-creativo-edicion-2019.html
http://plumakatty.blogspot.com/2018/12/origireto-creativo-edicion-2019.html

o en http://nosoyadictaaloslibros.blogspot.com/2018/12/reto-de-escritura-2019-origireto.html.

Sigo empeñada en completar todo el año así que os traigo el relato de febrero. Espero que lo disfruteis y me dejeis vuestras opiniones en comentarios:


LA EMPERATRIZ


         La soberbia emperatriz estaba harta. Por más que se esmeraba nunca se veía bella, como antes. Cuando se casó con el emperador era la mujer más bella del reino. Todas la envidiaban y la querían. Siempre vestía vestidos sencillos pero su sonrisa la dotaba de una belleza sin par. Sin embargo con el tiempo su carácter fue cambiando, tanto afán ponía en ser el centro de atención que poco a poco fue invirtiendo mas tiempo y mas recursos en su aspecto que en lo realmente importante: vivir feliz gobernando el reino con su esposo. Su eterna sonrisa fue cediendo espacio a  un ceño fruncido que la hacía parecer siempre enfadada.
         Tenía dos plantas enteras de palacio dedicadas exclusivamente a ser su vestidor personal. Disponía de un programa informático especialmente desarrollado que la ayudaba a combinar sus prendas para no repetir conjunto jamás de los jamases. Era como un videojuego de moda hecho a su medida. Tenía a sueldo a las mejores costureras del reino y también a todos los grandes modistos, tanto de su reino como del mundo entero. No en vano era la emperatriz de la moda. Todas las revistas informaban puntualmente de su último atuendo, sin escatimar en detalles y analizando exhaustivamente hasta el mínimo matiz. Y todas se cuidaban muy mucho de poner de manifiesto el más ínfimo detalle negativo de su señora. Aunque su permanente ceño fruncido le afeaba el gesto en casi todas sus instantáneas, que comparaba diariamente con una polaroid que guardaba de cuando fue coronada.
         La emperatriz tenía, además, un ejército de peluqueros y maquilladores expertos en los últimos productos y aplicaciones para lucir lo más bella posible.
         Pero Exmara era exigente. Una pestaña descolocada la podía suponer a la maquilladora un castigo tremendo: mandaría arrancarle  sus propias pestañas y dejarla al sol sin unas gafas de sol, por ejemplo. Porque eso sí, todos sus castigos eran ejemplares.
         Igual que emanaba glamour y moda por cada poro de su piel, en la misma medida vomitaba odio y maldad fruto de su profunda insatisfacción permanente con su aspecto. Y por más que lo intentaba con todos los medios a su alcance, que eran muchos, siempre se veía alguna falta que la hacía fruncir el ceño.
         El emperador se limitaba a intentar gobernar el reino sin hacer apariciones públicas puesto que Exmara nunca estaba de acuerdo con el aspecto de Yokarlo.
                   —¡Pareces un pordiosero!
         Solía gritarle, aunque Yokarlo se hubiera esmerado en consultar con los asesores de moda de palacio antes de vestirse por la mañana, y hubiera seguido a pies juntillas todas sus recomendaciones. Para Exmara nada era suficiente.
                   —¡No puedes gobernar un reino con esas pintas!
         Le decía a menudo, aunque ella misma jamás se había ocupado de sus deberes para con su reino, puesto que solo se preocupaba de su propio aspecto. El pobre emperador, que tanto la había amado en el pasado, ahora la tenía miedo. Siempre había soñado con tener niños que le acompañasen en su vida, a los que poder mimar y con los que poder dibujar un futuro para el reino, pero por supuesto, Exmara no estaba dispuesta a sacrificar su figura por semejante deseo estúpido de su esposo. Eso había hecho de su matrimonio un matrimonio infeliz, cada uno sufriendo por lo que no tenía.
         El reino de Fashionshow se mantenía siempre expectante de los caprichos de su emperatriz. Todos los habitantes vestían impolutos uniformes grises, todos iguales a todas horas pues así lo había dispuesto Exmara en su afán por ser la más bella del reino. No estaba dispuesta a arriesgarse a que cualquier aldeana despeinada pudiera acaparar más miradas que ella. Así que las leyes solo permitían los colores gris y negro entre el pueblo de Fashionshow. Solo los fabricantes de telas tenían acceso a los materiales necesarios para fabricar paños de colores y a los programas informáticos que desarrollaban nuevos tejidos y estampados para llenar el vestidor de la emperatriz.
         Lejos de ser una próspera empresa, sus empleados vivían atemorizados pues a menudo sufrían las iras de su señora. Si consideraba que un tejido no era lo suficientemente suave, o que un estampado la hacía parecer el culo gordo descargaba toda su furia contra la empresa textil.
         Se acercaba la fecha de la gran Conferencia Internacional del Agua, donde se daban cita los reyes y emperadores de todo el continente para tratar temas relacionados con el precioso bien dador de vida, y mientras Yokarlo se reunía con sus asesores, expertos científicos e investigadores para poder presentar las propuestas más inteligentes y sensatas, Exmara solo tenía espacio en sus pensamientos para decidir y elegir los vestidos que luciría esos días.
         Ningún diseño de los que la presentaban la parecía adecuado para cita con tan altas personalidades. Su objetivo era, como siempre, ser el centro de atención.
         Tanto era así que decidió convocar un concurso internacional de alta costura exclusiva para poder estrenar los modelos más exquisitos.
         Todos los habitantes del reino se echaron a temblar, puesto que sabían que si Exmara no acababa satisfecha la pagaría con el pueblo, como siempre. Dedicaron tiempo en sus hogares a preparar sus uniformes más nuevos para esos días, pues todos debían acudir a aplaudir a las autoridades extranjeras y su aspecto debía ser inmaculado.
         Llegaron propuestas de todas partes del mundo: vestidos de seda de la india con estampados que harían delirar a Emilio Pucci, trajes que harían palidecer a Christian Dior, incluso fantasías que volverían loca a Ágata Ruiz de la Prada… Todos los diseñadores se volvían locos por ser el elegido para vestir a la emperatriz. Sin embargo, Exmara y sus asesores de moda no terminaban de decidirse, porque todos esos atuendos les parecían demasiado simples para tal ocasión.
         Caminaba por un pasillo de palacio acompañada de dos de sus asesores, intentando decidir sobre el atuendo para la gala,  cuando Exmara vio a una de sus peluqueras, con el uniforme gris y negro, y le pareció que la joven era mucho más bella que ella. Iracunda y furiosa se acercó a ella con paso decidido y la agarró por el cuello, mientras la pobre peluquera intentaba parecer pequeña y ni siquiera se atrevía a mirar a los ojos de su señora.
                   —¡Tú! ¿Qué tienes en la cara para ser más bella que yo?
                   —Nada señora, llevo la cara lavada, como siempre. Nunca me he saltado las normas del reino.
                   —¡No seas impertinente! —gritaba Exmara a la pobre infeliz, que del miedo que tenía no podía dejar de llorar a lágrima viva.
                   —Señora, solo llevo un uniforme limpio y la cara lavada. Su majestad es la mujer más bella. Yo no.
         En ese momento uno de sus asesores intercedió por la peluquera.
                   —Majestad, si me permite.
                   —¿Qué?
                   —Creo que podemos llevar a esta joven a uno de los probadores y examinar cual es el origen de esa belleza    que usted aprecia. Aunque ya le digo que nadie es tan  bella como que usted.
         Exmara se apiadó de la joven y la soltó, aunque su expresión malhumorada no mejoró ni un poco al hacerlo. La pobre infeliz aún así, no podía dejar de llorar. Incluso con la cara llena de lágrimas, cada vez que Exmara la miraba, no podía dejar de verla más bella que a nadie en el mundo. Y eso la hacía enfurecerse a cada paso que daban por el pasillo camino de uno de los probadores reales. Al llegar la hicieron subirse al pedestal que había en el centro y que normalmente ocupaba la emperatriz. La joven obedeció, sintiéndose extraña y atemorizada. Intentó dejar de llorar y haciendo uso de toda su voluntad, lo consiguió a duras penas. Se mantuvo en el pedestal con la cabeza gacha mientras la emperatriz y sus asesores la miraban de arriba abajo juzgando su aspecto.
                   —No tiene nada de particular, majestad. Solo es una peluquera del montón.
                   —¿No tenéis ojos en la cara? Hasta con los ojos enrojecidos por el llanto esta puñetera es más guapa que yo.
                   —Se equivoca majestad. Su escasa belleza no le llega ni a la suela de los zapatos.
         Los asesores intentaban convencer a la emperatriz de que la desdichada peluquera no era para tanto puesto que les convenía tenerla contenta, pero en el fondo no podían ignorar la belleza innata de la joven. Era una belleza sencilla y sin adornos.
                   —¡Quítate el uniforme! ¡Y suéltate ese moño!—Le gritó Exmara con el ceño bien fruncido.
         La emperatriz estaba buscando el origen de la belleza de esa mujer incluso debajo de su apariencia externa. Sin embargo los asesores sabían dónde estaba exactamente la belleza de la joven, incluso sin mirarla: en el brillo de sus ojos y en su sonrisa, que ahora se había difuminado con el llanto.
         Al quitarse el uniforme y quedar en ropa interior, la emperatriz pudo ver el vientre de la joven lleno de horrorosas estrías.
                   —Por favor, que asco de cuerpo. ¿Cómo puedes ser bella con semejante abdomen?
         Todos guardaron silencio alrededor de Exmara.
                   —¡Responde!
                   —Majestad, las estrías de mi vientre son la causa de mi felicidad. Recientemente tuve un bebé precioso que es la alegría de mi vida.
                   —¿Un bebé? Eso no te convierte en más bella.
                   —Lo sé, majestad, pero me hace tan feliz, que la belleza ha dejado de importarme.
                   —¡Menuda estupidez! Vístete y sal de mi vista. No quiero volver a verte.
         La joven se vistió y salió de palacio corriendo. Por suerte, esa sentencia de la emperatriz la había liberado de seguir a su servicio, así que recogió sus peines y se fue a su casa con su familia. Ahora estaba más feliz todavía que antes.
                   —Majestad, si me permite —Dijo uno de los asesores
                   —¿Qué quieres?
                   —¿Podría ponerse frente al espejo?
         La emperatriz así lo hizo. Y al verse vio a la mujer más fea del mundo. Toda enfadada y con la frente arrugada.
                   —¿Lo ve?
                   —¿Qué tengo que ver, imbécil?
                   —Su belleza
                   —¿Mi belleza? Os mandaré ahorcar por hacerme perder el tiempo. Habéis visto igual que yo que hasta una peluquera me supera en belleza.
         A pesar de la ira de la emperatriz, el asesor siguió intentando explicarse, aún  a riesgo de perder su propia vida.
                   —Majestad. Mírese a la cara. ¿Ve esas arruguitas entre los ojos? Creo que son las que la están robando su belleza. Intente sonreír y dejar de mostrar ese enfado.
                   —¡Esa estúpida era bella incluso después de llorar!
                   —Inténtelo, majestad. Le prometo que no se arrepentirá.
         Exmara intentó sonreír, pero era algo que llevaba tanto tiempo sin hacer que apenas recordaba como se hacía.
                   —¿Ve? —dijo el asesor ante la mueca que se dibujó en la cara de su señora. —Ahora es mucho más bella. Lo único que tenía esa peluquera y que usted no tenía era su sonrisa.
         Exmara sonrió con maldad ante tal afirmación. Viéndose de nuevo bella por un momento.
                   —La he dejado sin trabajo, no creo que vuelva a sonreír en mucho tiempo.
         Dijo la emperatriz, regocijándose en su propia maldad. Pero al hacerlo vio como el rostro del espejo cambiaba y se volvía horroroso de nuevo. Parecía ser verdad que una sonrisa era lo único que necesitaba para ser más bella. Entonces sacó la vieja foto que guardaba y la miró con detenimiento. Estaba bellísima en esa foto, a pesar de que llevaba un vestido elegante pero sencillo. Se fijó y en efecto: lo más bello de la foto era su sonrisa.
         Volvió de nuevo su rostro al espejo e intentó sonreir de nuevo buscando su belleza perdida…entonces, el espejo estalló en mil pedazos.

Este relato está enmarcado en el Reto de escritura de #OrigiReto2019.

·  Objetivo 12: Crea tu propia versión de un cuento conocido (¿habeis adivinado cúal? se admiten apuestas)
·  Objeto oculto: nº29: Un videojuego.
·  Objeto oculto: nº23: Una foto vieja o polaroid.
·  Palabras: 1923 (milpalabrista)· 
Además, la pegatina:


10 comentarios:

  1. Hermoso relato, con una versión muy original que para mi se inspiró en la Bella Durmiente del Espejito, espejito ¿ quién es la más linda de todas en el Reino? era su más vil maldad el acabar con la princesa solo por ser más bella que ella. Y me encantó todos esos elementos modernos. Bravo valió la pena el tiempo y dedicación.

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    1. Muchas gracias Raquel! Me alegra que te haya gustado el cuento. Intenté modernizarlo y cambiar un poco el concepto de lo que fue en su tiempo este cuento clásico, aunque al principio me costó encontrar el punto de vista que quería dar para transmitir lo que quería transmitir.
      Un abrazo

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    2. Si, eso ocurre cuando le buscamos la esencia a todo lo que escribimos,pero al final resulta, porque se mezcla la imaginación con la enseñanza que queremos transmitir. Aunque por allí, también había pensado en el Traje nuevo del Emperador como dice Random, pero, yo vi más de la Reina que hizo todo lo posible por desaparecer del Reino a quien fuese más linda que ella, ese mensaje se resalta más en la Bella Durmiente, pues la obsesión de la Reina la llevó a cometer crímenes y su espejo siempre fue su aliado.

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  2. Buen relato, del estilo de "el traje nuevo del emperador" pero tendente (la personalidad de la emperatriz) peligrosamente hacía la condesa Elisabeth Bathori... Durante la mayor parte de la lectura, pensaba que iba a acabar deasangrando a alguien. A la peluquera, probablemente.

    Esta muy bien llevado, porque no ha ido por ahí y me ha conmovido descubrir el "secreto" de la belleza.

    Una cosa, cuando has nombrado a diseñadores, el primero era Emilio Pucci. Ahí he pensado que ibas a distorsionar nombre reales de marca para no hacer publi (no sin que te la paguen, jajaja). Pero como Dior y de la Prada, con los que has continuado son reales, tengo que señalar que no es Emilio Pucci, si no Emidio Tucci, quien por cierto, no existe. No en persona. Es solo una marca de esos grandes almacenes. ;)

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    1. Muchas gracias por venir a ver las cosas que cuento, me encanta que lo hagas. Has caido en la trampa muahahahahahah!!! bueno no del todo. cuando empecé a escribirlo me salió tan del estilo del traje nuevo del emperador que no lograba encajar lo que quería decir y por eso tuve que cambiar el relato varias veces para que encajara con la bella durmiente, que era el que quería yo modernizar.
      Gracias por la puntualización pero te cuento: Emilio Pucci fue un diseñador italiano de alta costura. Aún así, buena observación. Lo cierto es que pensé en cambiar los nombres pero al final decidí dejar los originales para que no fuera todo fantasía en la historia y darle un punto de realidad.
      Saludos!

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  3. ¡Hola!

    Me encantan los dos primeros párrafos, describes muy bien. Lo mismo digo del final: me gusta que la historia termine de forma tan abrupta.

    Me ha hecho bastante gracia lo del reino de Fashionshow y la mención a las grandes marcas/diseñadores de moda. Ayuda a darle ese toque moderno al cuento clásico (supongo que es la villana de Blancanieves por la obsesión con la belleza y eso de mirarse al espejo).

    ¡Un saludo!

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  4. Hola Marga, bienvenida al blog!!
    Muchas gracias por tu comentario tan generoso. Me alegra mucho que te haya gustado el cuento/relato. Lo cierto es que le di muchas vueltas al nombre del reino e incluso estube tentada a dejarle sin nombre, pero creo que le va bien el que tiene jejeje Y respecto del final, la verdad es que quería haberle dado un poco más de dramatismo pero para eso necesitaba un poco más de espacio y me estaba acercando peligrosamente al límite de 2019 palabras del Origireto.
    Muchas gracias por venir y un abrazo.

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  5. Pues después de Gallinero y ahora con Emperatriz demuestras tu gran imaginación y dominio de los cuentos y fábulas. Me encanta sobre todo porque todos tienen un mensaje y demuestra la implicación que tienes. Muchas gracias por haberme dado la oportunidad de leerte.

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    1. Hola Mochuelillo! Me encanta verte por aquí y me alegra mucho que te esté gustando lo que vas leyendo. Intento hacerlo lo mejor que puedo porque además en este reto la competencia es muy dura, hay muy buenas plumas (quizá debiera decir teclas). Muchisimas gracias a tí por seguir conmigo. Un abrazo.

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  6. Ya viene Papá Noel y hay que ponerse al día con los comentarios... ¿cómo no había leído yo esto sie staba aquí desde febrero? 😜 Me ha gustado la mezcla de elementos clásicos y contemporáneos y me ha sorprendido que hayas nombrado al aitio con un nombre en inglés, quién te ha visto y quién te ve ;). Felicidades, increíble el escuerzo que has hecho por completar el reto en tan poco tiempo.

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