COMPAÑEROS (Relato de MAYO para el #Origireto2019)
El Origireto es una genial iniciativa de Stiby y de Katty. Las normas de este reto se pueden consultar en las bitácoras de las organizadoras, @stiby2 y @musajue:
http://plumakatty.blogspot.com/2018/12/origireto-creativo-edicion-2019.html
o en http://nosoyadictaaloslibros.blogspot.com/2018/12/reto-de-escritura-2019-origireto.html.
Con este relato hago mi última recuperación, la correspondiente al mes de Mayo. Dejadme en comentarios que os parece.
COMPAÑEROS
—¿Me lo vas a
cargar tú en la furgoneta?
—Si claro,
sin problema.
Miré al
cliente con una enorme sonrisa en mi cara para que le quedara bien claro que no
necesitaba ayuda. Llevaba doce años siendo carretillera. Era la empleada más
veterana de la tienda y estaba realmente hasta el moño de que los clientes
siguiesen dudando de mi capacidad para llevar a cabo mi trabajo con éxito. La
cosa se había acentuado cuando me amputaron la pierna, pero con la prótesis
apenas se me notaba al caminar, sólo me costaba un poco más subir escaleras.
Cuando volví mi jefe me había insinuado que debería dejar el trabajo y
dedicarme a vender cupones, pero preferí seguir con mi trabajo allí, porque
seguía siendo la misma aunque ahora tuviese una pierna de metal.
—Rocío
deja, ya se lo cargo yo.
—Gracias
Paco, no hace falta.
Ya tuvo que
aparecer mi compañero el “profesional”, para dejarme mal delante de los
clientes. Lo lleva claro el trepa este. Cogí las llaves de la máquina, subí
agarrándome, le había cogido el tranquillo rápido a moverme con la prótesis
cuando volví después del accidente, arranqué y cogí el pallet. Llegué hasta la
furgoneta que el cliente estaba abriendo y cargué la mercancía con precisión y
a la primera, como siempre. Mientras vi como el cliente se dedicaba a cuchichear
con su amigo sobre si les iba a golpear la furgoneta o se me iba a caer el pallet.
Se pensaban que no les estaba oyendo, como de costumbre.
—Pues
ya está, señores. Vuelvan pronto.—Me despido sin bajarme de la carretilla.
—Oye
lo has hecho muy bien guapa. Volveremos más veces.
“Ya lo sé,
cretino. Es mi puto trabajo desde hace años, sé perfectamente cómo hacerlo”,
pienso para mis adentros mientras aparco la carretilla y cierro con el candado
la puerta del almacén. “Ya está bien por hoy”. Entro en la tienda para ayudar
con el cierre y veo que Paco, que aunque sea diez años mayor que yo es el nuevo
porque solo lleva en la empresa tres meses, se me acerca con una sonrisa
socarrona, como de costumbre.
—Rocío,
cuando vienen clientes nuevos, déjame que les cargue yo. No quieren que les
cargue una chica.
—Paco,
no me digas como tengo que hacer mi trabajo ¿vale? Llevo doce años haciéndolo
sin ti.
Me miró mal,
pero cerró el pico. “Nos está costando conseguir la igualdad, pero lo más difícil
es educar a estos hombres de cromañón.”
—Solo
te lo digo por la tienda, nos iría mejor.
—No
me tires de la lengua Paco. Métete en tus asuntos y déjame en paz. Ha sido un
día largo.
“Claro, y así
se apunta un tanto delante del jefe. Estoy segura de que la tiene tan pequeña
que se la mira con un microscopio, por eso tiene que fanfarronear tanto”.
—Espera
mujer, no te pongas así. Perdóname ¿Tomamos una caña si quieres y lo olvidamos?
No me
apetece, pero no tengo ganas de discutir. Por desgracia somos compañeros y nos
vamos a seguir viendo a menudo. Acepto esa caña con buena voluntad… pero el muy
kabrón me lleva al único bar de la calle que tiene escaleras…
COMPAÑEROS
—¿Me lo vas a
cargar tú en la furgoneta?
—Si claro,
sin problema.
Miré al cliente
con cara de decirle, claro majo, claro. Llevaba doce años siendo carretillero
en la empresa. Era el empleado más veterano de la tienda y estaba realmente
hasta los cojones de cargar las mercancías a los clientes, que venían a por
materiales de construcción con intención de no mancharse ni las manos. La cosa
se había complicado un poco cuando me amputaron la pierna, pero con la prótesis
apenas se me notaba al caminar, sólo me costaba un poco más subir escaleras.
Cuando volví mi jefe me había insinuado que debería dejar el trabajo y
dedicarme a vender cupones, pero preferí seguir con mi trabajo allí, porque seguía
siendo el mismo aunque ahora tuviese una pierna de metal.
—Paco
deja, ya les atiendo yo.
—Gracias
Rocío, no hace falta.
Cogí las
llaves de la carretilla, me monté agarrándome al chasis, ya que con la pierna
ortopédica no tenía tanta agilidad como antes (o quizá fueran los años, ¿Quién
sabe?) arranqué y cogí el pallet. Llegué hasta la furgoneta que el cliente
estaba abriendo y cargué la mercancía con precisión y a la primera, como
siempre. Mientras el cliente y su amigo fumaban un pitillo sin mirarme
siquiera, como si no existiera o no fuera más que un cero a la izquierda.
—Pues
ya está, señores. Vuelvan pronto.—Me despido sin bajarme de la carretilla.
—Vale,
gracias.
“Que
aburrimiento de curro. Vende, carga, vende, carga…”, pienso para mis adentros
mientras aparco la carretilla y cierro con el candado la puerta del almacén.
“Ya está bien por hoy”. Entro en la tienda para ayudar con el cierre y veo que
Rocío, que aunque sea diez años mayor que yo es la nueva porque solo lleva en
la empresa tres meses, se me acerca con su sonrisa de encantadora de
serpientes, como de costumbre.
—Paco,
cuando vienen clientes nuevos, déjame que les atienda yo. Prefieren que les
atienda una chica.
—Rocío,
no me digas como tengo que hacer mi trabajo ¿vale? Llevo doce años haciéndolo
sin ti.
Me miró mal,
pero cerró el pico. “Ya está la abogada de la igualdad pidiéndola, pero para
salir afuera con dos bajo cero a cargar la mercancía no se ofrece ¡vaya lista!.”
—Solo
te lo digo por la imagen de la tienda, nos iría mejor.
—No
me tires de la lengua Rocío. Métete en tus asuntos y déjame en paz. Ha sido un
día largo.
“Esta se
piensa que los clientes vienen aquí por su cara bonita y solo quiere apuntarse
un tanto delante del jefe. Vienen por los precios y porque nos conocen de toda
la vida, por lo menos a mi”.
—Espera
hombre, no te pongas así. Perdóname ¿Tomamos una caña si quieres y lo
olvidamos?
No me apetece,
pero no tengo ganas de discutir. Por desgracia somos compañeros y nos vamos a
seguir viendo a menudo. Acepto esa caña con buena voluntad… pero la muy zorra
me lleva al único bar de la calle que tiene escaleras…
Reflexión:
¿Será cierto que para conseguir la igualdad hay que educar
a los hombres “de cromañón” del relato? ¿O sería conveniente educar además a
las mujeres?
Este relato está enmarcado en el Reto de escritura de #OrigiReto2019.
· Objetivo 18: Escribe dos versiones de un relato cambiando el género de los personajes, de manera que cambie el significado o relata un hecho que sea la excepción a lo habitual.
· Objeto oculto: nº 22:Un microscopio.
· Objeto oculto: nº31: Un candado.
· Palabras: 1067 (milpalabrista)·
Ademas: feminista en primera persona, y 2/3 para interesante por personaje no normativo.
Buenos días
ResponderEliminarPues leído el relato. Me ha hecho mucha gracia como se repiten, incluso, las mismas frases en cada una de las versiones del relato, pero las versiones y los sentimientos de los personajes protagonistas, aunque muy parecidos, tienen ligeros cambios.
Este objetivo lo has resuelto con mucha sutileza y, sinceramente, no sé dar una respuesta completa a tus preguntas. Yo diría que todo el mundo necesitaría aprender, no solo los hombres, pero no sería una opinión muy popular.
Enhorabuena por el relato y un saludo.
Juan.
Hola Juan,
ResponderEliminaren efecto mi idea inicial era hacer exactamente la misma situación, coma por coma (aunque me haya comido alguna) para poner de relevancia los diferentes puntos de vista de género, tanto desde los protagonistas como desde el resto de personajes, aunque en ese caso pensé que debía limitarme a usar unos personajes tipo cargados de tópicos para que la cosa funcionara.
Creo, como tú, que todos deberíamos ir evolucionando y aprendiendo, pero lo cierto es que hay un debate enorme al respecto y me parece que eso puede ser positivo sobre todo para dar visibilidad a esas pequeñas diferencias que a veces son justo la gota que puede colmar el vaso en determinadas situaciones.
Muchas gracias por pasarte a leer y comentar. Siempre un placer tenerte por aquí.
Abrazos
Historia muy real desde los dos puntos de vista,y como vosotros pienso que hay que hacer reflexionar a todos,tanto hombres como mujeres y hay que hacerlo empezando por educar a los más pequeños siendo ejemplo de civismo , solidaridad y respeto en todas las cuestiones de igualdad ,ya sea en cuestión de sexos o personas que la sociedad discrimina por no cumplir con lo que está sociedad determinada por capacitados. En este caso por faltar los una pierna. Como siempre me parece que has conseguido muy bien superar el reto y además haciéndonos reflexionar con un tema tan importante. Sigue así.
ResponderEliminarQue alegría me da cada vez que veo un comentario tuyo Mochuelillo. La verdad es que este reto no ha sido fácil de enfocar para dar visibilidad a esa discriminación que hay por parte de ambos sexos en muchas situaciones de la vida, no solo es feminismo o machismo, es el bagaje cultural historico de una sociedad entera, algo muy dificil de cambiar, pero si, hay que seguir dándole visibilidad. Seguiré trabajando para seguir mejorando. Muchas gracias por tus ánimos. Un besote!
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