sábado, 14 de diciembre de 2019

COMPAÑEROS

COMPAÑEROS  (Relato de MAYO para el #Origireto2019)


El Origireto es una genial iniciativa de Stiby y de Katty. Las normas de este reto se pueden consultar en las bitácoras de las organizadoras, @stiby2 y @musajue:
http://plumakatty.blogspot.com/2018/12/origireto-creativo-edicion-2019.html

o en http://nosoyadictaaloslibros.blogspot.com/2018/12/reto-de-escritura-2019-origireto.html.

Con este relato hago mi última recuperación, la correspondiente al mes de Mayo. Dejadme en comentarios que os parece.



COMPAÑEROS

         —¿Me lo vas a cargar tú en la furgoneta?
         —Si claro, sin problema.
         Miré al cliente con una enorme sonrisa en mi cara para que le quedara bien claro que no necesitaba ayuda. Llevaba doce años siendo carretillera. Era la empleada más veterana de la tienda y estaba realmente hasta el moño de que los clientes siguiesen dudando de mi capacidad para llevar a cabo mi trabajo con éxito. La cosa se había acentuado cuando me amputaron la pierna, pero con la prótesis apenas se me notaba al caminar, sólo me costaba un poco más subir escaleras. Cuando volví mi jefe me había insinuado que debería dejar el trabajo y dedicarme a vender cupones, pero preferí seguir con mi trabajo allí, porque seguía siendo la misma aunque ahora tuviese una pierna de metal.
                   —Rocío deja, ya se lo cargo yo.
                   —Gracias Paco, no hace falta.
         Ya tuvo que aparecer mi compañero el “profesional”, para dejarme mal delante de los clientes. Lo lleva claro el trepa este. Cogí las llaves de la máquina, subí agarrándome, le había cogido el tranquillo rápido a moverme con la prótesis cuando volví después del accidente, arranqué y cogí el pallet. Llegué hasta la furgoneta que el cliente estaba abriendo y cargué la mercancía con precisión y a la primera, como siempre. Mientras vi como el cliente se dedicaba a cuchichear con su amigo sobre si les iba a golpear la furgoneta o se me iba a caer el pallet. Se pensaban que no les estaba oyendo, como de costumbre.
                   —Pues ya está, señores. Vuelvan pronto.—Me despido sin bajarme de la carretilla.
                   —Oye lo has hecho muy bien guapa. Volveremos más veces.
         “Ya lo sé, cretino. Es mi puto trabajo desde hace años, sé perfectamente cómo hacerlo”, pienso para mis adentros mientras aparco la carretilla y cierro con el candado la puerta del almacén. “Ya está bien por hoy”. Entro en la tienda para ayudar con el cierre y veo que Paco, que aunque sea diez años mayor que yo es el nuevo porque solo lleva en la empresa tres meses, se me acerca con una sonrisa socarrona, como de costumbre.
                   —Rocío, cuando vienen clientes nuevos, déjame que les cargue yo. No quieren que les cargue una chica.
                   —Paco, no me digas como tengo que hacer mi trabajo ¿vale? Llevo doce años haciéndolo sin ti.
         Me miró mal, pero cerró el pico. “Nos está costando conseguir la igualdad, pero lo más difícil es educar a estos hombres de cromañón.”
                   —Solo te lo digo por la tienda, nos iría mejor.
                   —No me tires de la lengua Paco. Métete en tus asuntos y déjame en paz. Ha sido un día largo.
         “Claro, y así se apunta un tanto delante del jefe. Estoy segura de que la tiene tan pequeña que se la mira con un microscopio, por eso tiene que fanfarronear tanto”.
                   —Espera mujer, no te pongas así. Perdóname ¿Tomamos una caña si quieres y lo olvidamos?
         No me apetece, pero no tengo ganas de discutir. Por desgracia somos compañeros y nos vamos a seguir viendo a menudo. Acepto esa caña con buena voluntad… pero el muy kabrón me lleva al único bar de la calle que tiene escaleras…

COMPAÑEROS

         —¿Me lo vas a cargar tú en la furgoneta?
         —Si claro, sin problema.
         Miré al cliente con cara de decirle, claro majo, claro. Llevaba doce años siendo carretillero en la empresa. Era el empleado más veterano de la tienda y estaba realmente hasta los cojones de cargar las mercancías a los clientes, que venían a por materiales de construcción con intención de no mancharse ni las manos. La cosa se había complicado un poco cuando me amputaron la pierna, pero con la prótesis apenas se me notaba al caminar, sólo me costaba un poco más subir escaleras. Cuando volví mi jefe me había insinuado que debería dejar el trabajo y dedicarme a vender cupones, pero preferí seguir con mi trabajo allí, porque seguía siendo el mismo aunque ahora tuviese una pierna de metal.

                   —Paco deja, ya les atiendo yo.
                   —Gracias Rocío, no hace falta.
         Cogí las llaves de la carretilla, me monté agarrándome al chasis, ya que con la pierna ortopédica no tenía tanta agilidad como antes (o quizá fueran los años, ¿Quién sabe?) arranqué y cogí el pallet. Llegué hasta la furgoneta que el cliente estaba abriendo y cargué la mercancía con precisión y a la primera, como siempre. Mientras el cliente y su amigo fumaban un pitillo sin mirarme siquiera, como si no existiera o no fuera más que un cero a la izquierda.
                   —Pues ya está, señores. Vuelvan pronto.—Me despido sin bajarme de la carretilla.
                   —Vale, gracias.
         “Que aburrimiento de curro. Vende, carga, vende, carga…”, pienso para mis adentros mientras aparco la carretilla y cierro con el candado la puerta del almacén. “Ya está bien por hoy”. Entro en la tienda para ayudar con el cierre y veo que Rocío, que aunque sea diez años mayor que yo es la nueva porque solo lleva en la empresa tres meses, se me acerca con su sonrisa de encantadora de serpientes,  como de costumbre.
                   —Paco, cuando vienen clientes nuevos, déjame que les atienda yo. Prefieren que les atienda una chica.
                   —Rocío, no me digas como tengo que hacer mi trabajo ¿vale? Llevo doce años haciéndolo sin ti.
         Me miró mal, pero cerró el pico. “Ya está la abogada de la igualdad pidiéndola, pero para salir afuera con dos bajo cero a cargar la mercancía no se ofrece ¡vaya lista!.”
                   —Solo te lo digo por la imagen de la tienda, nos iría mejor.
                   —No me tires de la lengua Rocío. Métete en tus asuntos y déjame en paz. Ha sido un día largo.
         “Esta se piensa que los clientes vienen aquí por su cara bonita y solo quiere apuntarse un tanto delante del jefe. Vienen por los precios y porque nos conocen de toda la vida, por lo menos a mi”.
                   —Espera hombre, no te pongas así. Perdóname ¿Tomamos una caña si quieres y lo olvidamos?
         No me apetece, pero no tengo ganas de discutir. Por desgracia somos compañeros y nos vamos a seguir viendo a menudo. Acepto esa caña con buena voluntad… pero la muy zorra me lleva al único bar de la calle que tiene escaleras…


Reflexión:
¿Será cierto que para conseguir la igualdad hay que educar a los hombres “de cromañón” del relato? ¿O sería conveniente educar además a las mujeres?

Este relato está enmarcado en el Reto de escritura de #OrigiReto2019.



·  Objetivo 18: Escribe dos versiones de un relato cambiando el género de los personajes, de manera que cambie el significado o relata un hecho que sea la excepción a lo habitual.
·  Objeto oculto: nº 22:Un microscopio.
·  Objeto oculto: nº31: Un candado.
·  Palabras: 1067 (milpalabrista)· 
Ademas: feminista en primera persona, y 2/3 para interesante por personaje no normativo.
Además, la pegatina:



4 comentarios:

  1. Buenos días

    Pues leído el relato. Me ha hecho mucha gracia como se repiten, incluso, las mismas frases en cada una de las versiones del relato, pero las versiones y los sentimientos de los personajes protagonistas, aunque muy parecidos, tienen ligeros cambios.

    Este objetivo lo has resuelto con mucha sutileza y, sinceramente, no sé dar una respuesta completa a tus preguntas. Yo diría que todo el mundo necesitaría aprender, no solo los hombres, pero no sería una opinión muy popular.

    Enhorabuena por el relato y un saludo.

    Juan.

    ResponderEliminar
  2. Hola Juan,
    en efecto mi idea inicial era hacer exactamente la misma situación, coma por coma (aunque me haya comido alguna) para poner de relevancia los diferentes puntos de vista de género, tanto desde los protagonistas como desde el resto de personajes, aunque en ese caso pensé que debía limitarme a usar unos personajes tipo cargados de tópicos para que la cosa funcionara.
    Creo, como tú, que todos deberíamos ir evolucionando y aprendiendo, pero lo cierto es que hay un debate enorme al respecto y me parece que eso puede ser positivo sobre todo para dar visibilidad a esas pequeñas diferencias que a veces son justo la gota que puede colmar el vaso en determinadas situaciones.
    Muchas gracias por pasarte a leer y comentar. Siempre un placer tenerte por aquí.
    Abrazos

    ResponderEliminar
  3. Historia muy real desde los dos puntos de vista,y como vosotros pienso que hay que hacer reflexionar a todos,tanto hombres como mujeres y hay que hacerlo empezando por educar a los más pequeños siendo ejemplo de civismo , solidaridad y respeto en todas las cuestiones de igualdad ,ya sea en cuestión de sexos o personas que la sociedad discrimina por no cumplir con lo que está sociedad determinada por capacitados. En este caso por faltar los una pierna. Como siempre me parece que has conseguido muy bien superar el reto y además haciéndonos reflexionar con un tema tan importante. Sigue así.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que alegría me da cada vez que veo un comentario tuyo Mochuelillo. La verdad es que este reto no ha sido fácil de enfocar para dar visibilidad a esa discriminación que hay por parte de ambos sexos en muchas situaciones de la vida, no solo es feminismo o machismo, es el bagaje cultural historico de una sociedad entera, algo muy dificil de cambiar, pero si, hay que seguir dándole visibilidad. Seguiré trabajando para seguir mejorando. Muchas gracias por tus ánimos. Un besote!

      Eliminar

Comentar salva vidas