domingo, 8 de noviembre de 2020

VENENO

 VENENO

         Yo no tenía ni idea de historia ni de política, salvo lo que oía por la radio algunas veces. En los últimos días estaba más pendiente de la prensa que en toda mi vida, debía asegurarme de que todo iba bien. Necesitaba poder continuar después de haber salido del infierno que había sido mi matrimonio. No podía creer que ahora, precisamente ahora, aprobaran una ley de divorcio. ¡A buenas horas!

         Tras aquello regresé a la casa de mis abuelos. Llevaba cerrada muchos años, pero era mía y de mis hermanos. Allí estaría a salvo. Había llegado esa misma mañana y tras pasar por el arco de piedra de la fachada, que había visto tiempos mejores,  estaba recorriéndola, intentando rescatar algo de cordura de los recuerdos que guardaba de ella. En el cuarto de mi abuela encontré sábanas viejas y con olor a cerrado, pero limpias. Utilizaría su cama esa noche. Al sacar las sábanas del cajón un pequeño sobre cayó a mis pies. Era una carta. Pensé que sería importante, si mi abuela la había guardado.

 



 

                                               “        Limoux, a 15 de octubre de 1939

Querida Encarna,

 

espero que al recibo de ésta te encuentres bien de salud y que tú y tu familia estéis todos bien.

         No me he atrevido a escribirte hasta hoy porque no quería ponerte en un aprieto, pero creo que ahora es seguro enviarte esta misiva. Solo quería agradecerte todo lo que has hecho siempre por mí, desde que éramos niñas en el colegio María Inmaculada, cuando Sor Gracia nos hacía recitar las tablas de multiplicar. Sé que aunque yo fui la que huyó de España, la vida tampoco debe haber sido fácil para ti durante este tiempo.

         Yo ahora vivo tranquila en Limoux. Sé que no volveré a mi tierra nunca más, pero no me siento triste por ello. He encontrado un poco de paz finalmente.

         ¿Recuerdas aquel invierno de 1931? Era emocionante vivir en Santander. Todo estaba cambiando y parecía que mi vida se iba a poder arreglar por fin, pero aquello solo fue un respiro. Aunque lo suficientemente grande como para ayudarme a tomar la decisión que me salvó la vida. Te escribo esta carta para agradecerte ahora lo que no te pude agradecer entonces. Sé que amabas a tu hermano y que te dolió todo lo que te dije, pero también sé que tú ya sabías que yo no lo quería. Sin embargo la vida era así, ¿verdad? Sabes que tuve que casar con él por empeño de mi padre, que vio en Julián un buen partido. Por aquel entonces la naviera de tu familia iba viento en popa, y Julián no estaba dispuesto a sentar la cabeza. Ahora entiendo que tu padre también estuviera de acuerdo en la idea de que debía casar conmigo. Yo era tan cándida entonces… Tu padre pensó que casando conmigo, con la recatada, responsable y hacendosa Isabel, Julián sentaría la cabeza, pero nunca nos preguntó si estábamos de acuerdo. Tú sabes todo lo que lloré. Tú eras la única persona con la que podía hablar de todas las cosas y recuerdo como me consolabas mientras veía como mi vida se iba a convertir en un infierno. Si no hubiera sido por tu apoyo, me habría vuelto loca. Pero por suerte para mi estuviste a mi lado para ayudarme en mi nueva vida.

         Tu hermano era un díscolo que dilapidaba el dinero de tu familia sin piedad, y aunque mientras estuve casada con él nunca me faltó de nada, sabes que no fui feliz. También sabes que para él yo no era nadie, ni siquiera llegué a ser su mujer, porque su vida estaba muy lejos de aquella casa que yo me empeñaba en que fuera un hogar, ya sabes que siempre fui abnegada. ¡Ay! ¡Encarna, cuanto me arrepiento de no haber abierto los ojos antes! ¡Y cuanto te agradezco que me ayudaras a abrirlos! Siempre fuiste mi ángel de la guarda.

         Recuerdo cuando me hablaste por primera vez de aquella señora: Clara Campoamor. Yo no tenía ni idea de política ni de leyes y todo lo que me decías me sonaba a chino. Pero debía ser importante, porque tú estabas exultante cuando me hablabas de ella. Entendí que lo que aquella mujer estaba haciendo pretendía mejorar nuestras vidas, las de las mujeres, pero no creía que pudiera ser posible. Siento tanto que ahora hayáis perdido todo aquello. Lo siento de verdad. Sabes que yo nunca llegué a votar, no hubiera sabido cómo hacerlo, pero me encantaba ver tu felicidad porque tus sueños incluían ese tipo de cosas. Yo me limitaba a ser feliz con tu felicidad, porque tú eras mi mundo entero.

         No me atreví a confesártelo entonces, porque al casar con tu hermano toda esperanza se desvanecía, pero sabes que era lo que tenía que hacer.

         Recuerdo como aquel mismo invierno me viniste un día hablando de un tal Álvaro de Albornoz. Yo no sabía quién era ese señor, pero tú estabas segura de que aquello sí que cambiaría nuestra vida, más que lo otro eso del sufragio. Según me contaste había propuesto una ley de divorcio que haría  que pudiera separarme de tu hermano, pero yo tenía miedo. ¿Te acuerdas? Tu hermano había salido a la mar dos años antes, y nunca más regresó. Tu padre estaba indignado porque había perdido a su hijo, pero creo que le dolió más la pérdida de su mejor barco. A veces venía a visitarme porque decía que mi casa seguía siendo la casa de su hijo. Eso era verdad, yo no podía negarlo. Siempre me trató bien tu padre, me apreciaba mucho aunque no hubiera conseguido que Julián formase una familia conmigo. Ahora puedo confesártelo: nuestro matrimonio nunca se consumó. Para mí era un esfuerzo inhumano tener que meterme con él en la cama todas las noches, pero por suerte para mí, yo nunca le interesé lo más mínimo. Pero no era nada personal Encarna. Nunca me gustaron los hombres, aunque me tratasen tan bien como tu padre. Yo creo que Julián lo sabía, aunque fui muy cuidadosa siempre. ¿Te imaginas que alguien se hubiera enterado de eso? Sin duda habría dado con mis huesos en la cárcel, o algo peor. España siempre fue un lugar de grandes pasiones. Eso sí que lo extraño. Y que una mujer bien educada como yo, no hubiera tenido hijos el primer año de casada empezaba a levantar rumores.

         Pero entonces me hablaste de aquello. La ley del divorcio. ¿Cómo me iba a divorciar yo de tu hermano? Él había desaparecido y no sabíamos si estaba vivo o muerto, pero yo no podía divorciarme. ¿Qué iba a ser de mí? Menos mal que me abriste los ojos Encarna. Recuerdo el 25 de febrero cuando irrumpiste en mi casa. ¡Estabas feliz! No entendía que te alegrase aquella ley: a ti no te aportaba nada. Y en realidad yo no me había planteado esa posibilidad. Era una aberración romper lo que Dios había unido, sin embargo, el hombre, en este caso Julián, ya lo había separado.

         Me llevaste a ver a ese abogado. Yo estaba segura de que tu padre me mataría, si no lo hacía el mío antes cuando se enterase. Pero todo fue muy rápido, al estar Julián desaparecido. Pasé de estar casada y sola a estar divorciada. Nada había cambiado. Cuando volví a mi casa tu padre me estaba esperando. Me entró pánico, pero tú me ayudaste. Nunca podré agradecerte lo suficiente que me ayudaras aquella noche. Entraste conmigo a recoger mis cosas: el ajuar de mi boda y el botijo recuerdo de Mijas que me habías regalado. La casa era de tu padre, así que yo tenía que irme. Nunca me contaste que pasó después. Me llevaste a tu casa y al día siguiente cogí el tren que me trajo a Francia. No creo que tu padre fuera benévolo contigo, después de ayudarme. Era muy severo el señor don Gerardo. Cuando recuerdo su rostro aquella noche aún se me saltan las lágrimas del miedo que me da.

         Sin embargo ahora soy libre, y te lo debo a ti. Y no volveré a Santander, aunque la guerra haya terminado. Ya sé que han derogado la ley, ahora sé todas esas cosas. Sé que todos los divorcios de aquellos años son nulos, pero leí en la prensa que habían dado por fin por muertos  a los tripulantes del “Covadonga”. Ahora no soy casada ni divorciada, porque soy viuda. O sea, lo sería si volviera a España, pero no puedo volver.

         Te envío mis mejores deseos para la extraña paz que parece que se está forjando en mi tierra, pero esa paz no es para mí.

         Tu amiga que te quiere,

                                      Isabel. “

 



         Doblé la carta y volví a meterla en su amarillento sobre. ¡Qué poco había cambiado la vida! Mi Eusebio se parecía tanto al Julián de la carta de mi abuela que parecía mentira , pero mi Eusebio no era marinero ni había desaparecido, sino que dilapidaba nuestro dinero entre bares y lupanares. Luego llegaba a casa y pagaba sus frustraciones conmigo. Yo estaba atrapada en ese infierno.

         Ahora  la radio no paraba de desgañitarse en contra y a favor de la norma que Francisco Fernández Ordoñez acababa de sacar adelante. Las mujeres volvíamos a ser libres de divorciarnos si así lo queríamos.Al volver a aquella casa me sentía un poco como un ratón de aquellos que iban detrás del sonido de la flauta en el clásico cuento. Sin embargo aquella ley llegaba demasiado tarde para mí. Isabel se había quedado viuda por decisión de la ley. En ese sentido yo era más libre que ella: yo había elegido ser viuda.



 Este relato está enmarcado en el reto de escritura #Origireto2020 organizado por Kat y Stiby. Podeis consultar las bases y apuntaros en sus blogs clickando aquí  o aquí


NOVIEMBRE:
Objetivo 11: Infórmate bien sobre un suceso revolucionario feminista y basa tu relato en ello. ( La ley del divorcio de febrero de 1932, que fue derogada en 1939 y volvió a la palestra, reformada en 1981)
Cuentos y leyendas J: el flautista de Hamelín.
Criaturas del camino VI: Ángel.
Objetos ocultos:24: arco y 20: botijo.
Además: milpalabrista ( 1612 palabras),  rosa insolente por protagonista femenina .No estoy segura de si el genero epistolar cuenta para  para sororidad, Triada por personajes LGTBI, Inconformista por la crítica social implícita y me apunto uno para giratiempo por publicar antes del día 10. Espero no dejarme nada.

Gracias por leer hasta aquí.

Déjame tu comentario a continuación, solo con tus críticas puedo mejorar.

14 comentarios:

  1. Me ha encantado, engancha. Es tan palpable. Mis felicitaciones y sigue deleitándonos con tus relatos

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    1. Hola!!
      Muchas gracias por pasarte a leer y dejarme un comentario. Me hace mucha ilusión que el relato te haya gustado. Seguiré esforzándome.
      Un besote

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  2. ¡Muy bueno! Cuando intuyes el argumento, pero NECESITAS asegurarte, la lectura se vuelve hipnótica.

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    1. Muchas gracias!!
      Me alegra mucho haber logrado que al menos un lector haya sentido que necesitaba seguir leyendo, es un halago.
      Un abrazo

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  3. Me ha encantado, además de contar una historia que podía ser totalmente cierta, nos hace mirar al pasado, al que sufrieron muchas mujeres en esa tremenda etapa de nuestra historia y aún hoy por desgracia y a pesar de que el divorcio es legal muchas mujeres siguen teniendo que aguantar por miedo.
    Cada historia que leo tuya me encanta ,pero con esta te has superado. SUBLIME.

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    1. Hola amigo! Siempre es un gustazo tenerte por el blog. Me hace mucha ilusión ver que te gustan mis relatos que siempre logras encontrarles el mensaje y el sentido transcendental. Aunque he de decir que te excedes con tu generosidad, me pongo colorada cuando leo tus comentarios. Muchas gracias por tener en tan buena estima mis letras.
      Un abrazo

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  4. Me ha encantado el relato. Es conciso y directo. Habla de una realidad demasiado presente, porque aunque ahora hay ley del divorcio (afortunadamente) no todas y todos pueden hacer uso de ella (desafortunadamente).
    Enhorabuena por l relato.
    Saludos y nos vamos leyendo.

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    1. Muchas gracias por tu comentario tan optimista. Es cierto que ahora tenemos una ley del divorcio, pero aún quedan muchos lugares en el mundo donde la realidad es otra y hay que seguir luchando sobre todo por educar a las personas en el respeto, sin importar género ni ninguna otra condición. Porque a veces con la ley no es suficiente, y la sociedad o la posición económica puede poner una enorme losa sobre la toma de una decisión que no es sencilla.
      Un abrazo!

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  5. Muy chulo y bien elegido el tema del divorcio. Me ha gustado verte haciendo cartas que sé que es un formato en el que te sientes cómoda ^^ bien hecho. Y el detalle de debatir sobre si debe ser legal algo que parece tan obvio, es tan real. Que siempre hay gente que no entiende la necesidad o el derecho de alguna ley solo porque por su situación no la necesita 🤦🏻‍♀️ buen punto eso de la radio al final. Un abrazote.

    .KATTY.

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    1. Muchas gracias por pasarte a leer y dejar una valoración. Es cierto que el género epistolar me resulta muy cómodo, pero además es que necesitaba unir las dos leyes del divorcio del siglo pasado en un solo relato y eran demasiados años de diferencia entre ellas así que teniendo en cuenta que la máquina del tiempo la tiene Marti McFly, no tenía muchas más opciones. La radio me pareció una buena forma de darle un contexto temporal, puesto que en aquel año la televisión no era un aparato que estuviera, ni mucho menos, en todas las casas.
      Un beso.

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  6. Hola Yarcko,
    Un fuerte aplauso para ese final!
    Qué bien contado está todo. Me ha encantado la forma en la que está escrita la carta, así como si fuera antigua. Entre líneas me quiso parecer que Isabel y Encarna se querían, y al final resultó ser verdad. Menos mal que pudo divorciarse y luego irse de España.
    La verdad es que no somos conscientes de lo que supone el divorcio. De más pequeña, recuerdo cuando alguna anciana se quedaba viuda y decían "ya puede descansar" porque el marido... pues eso. No sólo hace falta la ley, hace falta cambiar las mentes, pero eso ya es más difícil.
    Por eso me ha gustado el final, dentro de sus limitaciones, la protagonista eligió. Con la casualidad de que se apruebe la ley justo cuando no le hace falta.
    Un fuerte abrazo y nos leemos :)

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    1. Hola Gema!
      ¡Muchas gracias por el aplauso!¡Que generosa valoración! Lo cierto es que, como he comentado antes, la ley sola es un paso grande, pero no es suficiente. Y además, hay que tomar conciencia del contexto temporal. Lo que ahora nos parece lógico y muchos de los derechos que disfrutamos sin valorarlos siquiera han costado años de lucha y el valor y esfuerzo de muchas personas por conseguirlos. En realidad sería bueno pararse a pensar que la sociedad en la que vivimos no ha sido siempre así, y que si no cuidamos lo que tenemos, podemos perderlo en cualquier momento, como la pasó a Isabel, cuando se derogó la ley.
      Un fuerte abrazo para ti también.

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  7. Hola, me gustan mucho los libros escritos en forma de cartas, ¿has pensado en ir enlazando los relatos en forma de cartas que se intercambian 2 personajes? sería muy chulo y seguro que te quedaba genial.

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    1. Hola guapa!
      Me alegro de que a ti también te guste el género. A mi me da un poco de pena que la costumbre esté casi perdida del todo ya, por eso yo sigo escribiendo alguna carta de vez en cuando. Había pensado en esa idea que propones, pero no es tan sencillo con relatos tan dispares.
      Muchas gracias por venir y comentar!!

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